Interrogadores aliados deben determinar quién está diciendo la verdad y quién está mintiendo acerca de los crímenes del Tercer Reich. El General de guerra de Hitler, Wilhelm Keitel, insiste en que los soldados alemanes actuaron con honor, a pesar de la abrumadora evidencia de la brutalidad. El Teniente Coronel, Phillipp Von Boeslager, recuerda la tenacidad de los soldados del Ejército Rojo que lucharon hasta el final para vengar las atrocidades nazis contra su pueblo. Wilhelm Paul Blobel está entre los que aprobaron el genocidio nazi contra civiles inocentes. Augusto Hafner recuerda el tormento psicológico que él y otros soportaron mientras debían hacer cumplir la agenda nazi. El químico Augusto Becker intenta aliviar el estrés emocional en los pelotones de fusilamiento por la mecanización de los medios de ejecución. Rudolf Hoess resuelve el problema de gestión de la matanza industrializada en Auschwitz, y Franz Stangl ejecuta un programa de exterminio masivo, despiadadamente eficiente, en Treblinka. La primera admisión de de culpa y complicidad en la solución final de Stangel, también será la última.