Inmersa en el profundo Medievo, Rusia esperaba a alguien que la despertara de su letargo. Pedro el Grande fue capaz de abrir una "puerta' o Europa, capaz de construir una poderosa flota y de poner orden en el ejército. Se encargó de proveer de un poco de modernidad a su tierra, coronando todo con una hermosa capital de nueva construcción: San Petersburgo.