En el siglo XIX, las Islas Canarias enfrentaron desafíos económicos y políticos significativos, que incluyeron la crisis de exportaciones y la rivalidad entre Gran Canaria y Tenerife. La introducción de la cochinilla, un insecto que produce un tinte rojo altamente valorado, revitalizó la economía insular tras la caída de otras exportaciones como el vino. En el ámbito político, el debate sobre la capitalidad de las islas intensificó la rivalidad entre Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas, culminando en conflictos y manifestaciones. Finalmente, la capitalidad de las Islas Canarias se consolidó en Santa Cruz de Tenerife, mientras que la rivalidad entre ambas islas se mantuvo, aunque con una competencia más pacífica en tiempos modernos.