Isabel vende su piso a una inmobiliaria que lo alquila a un grupo de macarras para que hagan la vida imposible a los vecinos. Mientras, Mauri y Bea no se ponen de acuerdo con el nombre para el bebé, y además Bea quiere bautizarlo. Belén sigue preocupada con el posible embarazo. Tanto ella como Lucía comienzan a tener celos de Alicia porque ha encontrado al hombre perfecto.