Tras veinte años en la América española, Mutis logró apoyo de la Corona para financiar su expedición botánica en el Nuevo Reino de Granada (la actual Colombia). Alli pasó otros venticinco años entregado a una tarea interminable: identificar y describir todas las plantas de un jardín infinito. Pero Mutis ordenó también pintar aquellas especies, sus maravillosas flores, estableciendo un taller con artistas y aprendices locales. Nació así una colección iconográfica deslumbrante, la Flora de Bogotá, uno de los tesoros de la ilustración naturalista de todos los tiempos, hoy día en el Jardín Botánico de Madrid. Una archivera, un botánico y un artista contemporáneo nos enseñan a ver lo que esconden y lo que muestran esas láminas iluminadas .