El fotógrafo español Francesc Boix, encarcelado en el campo de concentración de Mauthausen-Gusen, trabaja en el Servicio Fotográfico de las SS. Entre 1943 y 1945, esconde, con la ayuda de otros prisioneros, miles de negativos, con el fin de mostrar al mundo liberado las atrocidades cometidas por los nazis, exhaustivamente documentadas. Será un testigo clave durante los juicios de Núremberg.